Si pensamos en arte, nuestras ideas probablemente se acercan a un concepto humano, a la habilidad del artista, del virtuoso. Pensamos en las grandes obras de la humanidad, los cuadros famosos, colgados en los museos europeos. Tal vez, podemos imaginarnos a una orquesta, interpretando las notas de los antiguos maestros de la música o incluso a las magníficas estatuas, brillantes y duraderos recuerdos de tiempos perdidos.
Todas estas ideas son correctas, por supuesto, pero hay algo que nos falta.
¿Qué inspiró a Monet para pintar sus famosas obras? Su jardín, de vibrantes colores. ¿Qué representaba Vivaldi al escribir su música? Las Cuatro Estaciones del año, el poder del verano, la elegancia del invierno, la alegría de la primavera y la sabiduría del otoño. ¿Cuál era la técnica de Miguel Ángel para esculpir? El veía a su figura en la piedra natural, y solo tallaba para “liberarlas”.
¿Y qué tienen en común todos estos datos? Nos recuerdan que el arte siempre nace en la naturaleza, en la vida silvestre, en los colores de las flores, en la piedra cruda, en el sonido del agua, el viento y la nieve. Nosotros, seres humanos, estamos aquí para apreciarla e interpretarla. Es en ese equilibrio, entre lo natural y lo consciente, que nace el arte. Y en Bolivia, tenemos un festival que celebra esa mágica y artística unión.
En el corazón de los bosques chiquitanos, se celebra el Festival Arte para la Conservación, llamado también ConservArte, organizado por CEPAD, Hotel Churapa, Gobierno Municipal de Roboré, Reserva del Valle de Tucabaca. Una iniciativa cultural de preservación, visibilización y protección natural y artística, donde el mundo natural y la expresión humana se encuentran. Sus objetivos son tan nobles como su concepto, ya que el festival busca promover la importancia de la conservación de las áreas protegidas, generar conciencia para lograr desarrollo sostenible de los recursos, revalorizar la riqueza cultural y artística de la zona de Chiquitos, otorgar bellos espectáculos culturales al público y, por supuesto, reactivar el turismo de la zona.
Ya en su séptima versión, el ConservArte tiene un concepto fresco y moderno, pero que respeta las antiguas tradiciones culturales del país y la zona. En palabras de Rubens Barbery Knaudt, presidente del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad): “Desde el punto de vista conceptual, el ambiente moldea todas nuestras formas de ver y enfrentar la vida. De acuerdo al espacio y el entorno en que vivimos, es decir, nuestro medio ambiente, tomamos consciencia del mundo, de las personas con las que interactuamos, el cómo nos relacionamos unos con otros, es decir, moldea nuestra cultura. El arte es la manifestación práctica, a través de diferentes herramientas (música, escultura, pintura, danzas, teatro, etc.), de cómo expresamos lo que vemos, lo que sentimos o cómo deseamos que fuera el mundo en que vivimos”. Así, el arte toma su merecido puesto y nos permite apreciar la enorme riqueza boliviana, a través de todo tipo de expresiones artísticas que se reúnen en el ConservArte.
En el festival, encontramos más que solamente un “show”. Protegidos por los altos y orgullosos árboles chiquitanos, rodeados de verde y vibrante vida, acompañados de la luz del sol y la luna, encontramos un oasis, un espacio de paz y armonía, donde el arte une sutilmente a la grandiosa diversidad que Bolivia tiene para ofrecer. Personas que llegan desde las selvas tropicales, desde las más altas cumbres o de los coloridos valles, cada uno con su propio concepto, pero todos dispuestos a apreciar la belleza y sabiduría que no le pertenece, en un genuino ejercicio de unión y hermandad. Todos, plenamente conscientes que podemos compartir, aprender, crecer; siempre y cuando nuestra naturaleza se encuentre sana y protegida.
Este es un pilar fundamental del proyecto ConservArte: “Seamos conscientes de que la riqueza del ser humano se encuentra en su diversidad. Al igual que la naturaleza tiene una variedad impresionante de ecosistemas, cada uno relacionado y con un rol fundamental en la subsistencia del otro, las culturas como manifestaciones del ser humano, tienen también un valor único, ninguna mejor o peor que otra. Si logramos comprender, en la práctica y no solo por discursos grandilocuentes que suenan bonito, que ese es el verdadero potencial de nuestro país, estaremos dando un paso importante para nuestro propio desarrollo. A través del Festival Arte para la Conservación, intentamos ofrecer un poco de esperanza, demostrando que sí es posible mirarnos a la cara, reconocernos en nuestras similitudes y respetarnos en nuestras diferencias”, señaló Barbery.
Es en estas diferencias donde encontramos la riqueza. Y nuestras similitudes nos recuerdan que no importa la distancia que separe a nuestros hogares, todos pertenecemos a un solo territorio, a un solo hogar. A través del arte, nuestra identidad brilla y se refuerza, aprendemos a amar la tierra de la que venimos y a proteger el ambiente que nos dota de todo lo que necesitamos para vivir. En el Festival Arte para la Conservación, encontramos el recuerdo vivo de que todos nosotros pertenecemos, sin duda alguna, a Una Gran Nación.
Fuente: Los Tiempos