Este domingo se cumplieron los 20 primeros años de un proceso inclusivo llamado Participación Popular, que fue puesto en marcha por la primera administración de Gonzalo Sánchez de Lozada con la promulgación de una ley de descentralización municipal. El aniversario no fue considerado ni mencionado por el gobierno del presidente Evo Morales, sin embargo, en las redes sociales, el tema no fue omitido; por el contrario, dio paso a expresiones de alegría.
Días antes de que se cumplan los 20 años, la periodista Lupe Cajías escribió: “Posiblemente no haya brindis por la tendencia masista de no aceptar las lecciones de la historia y de sus protagonistas, pero ningún discurso borrará el significado de esa medida en la profundización de la democracia participativa, la incorporación de los actores rurales, la participación del mundo indígena en las primeras planas noticiosas y la visibilización del rol de las mujeres en las políticas públicas”.
La Ley de Participación Popular fue puesta en vigencia el 20 de abril de 1994 como una medida de transformación política y económica desde los municipios, en un momento en que desde las regiones, y mediante organizaciones cívicas y líderes políticos, se demandaba la descentralización departamental, para que las prefecturas tengan mayores recursos y facultades.
La esencia de la participación popular es la igualdad de los bolivianos. La mencionada ley establecía que el nivel central entregaba recursos a cada uno de los municipios, por el número de sus pobladores. La descentralización se expresó en que todas las secciones de provincia se convertían en municipios, lo que, en realidad, dio lugar a un nuevo mapa político nacional, gracias a su municipalización.
La “Participación Popular (es) la última medida legal desde la Reforma Agraria que modificó sustancialmente la democracia formal, la relación de los ciudadanos con el Estado y reconfiguró el imaginario territorial con la incorporación, paulatina pero plena, de todos los rincones de la nación”, escribió la periodista Lupe Cajías.
Agrega que la Participación Popular “fue el único momento real moderno de redistribución de la riqueza y el inicio de la descentralización fortaleciendo los gobiernos locales, aunque el proceso fue truncado por la ‘ley corazón’ de la megacoalición y por el neocentralismo del actual Estado Plurinacional”.
Desde su cuenta en Facebook, el cruceño Carlos Hugo Molina, el líder del equipo que redactó la Ley de Participación Popular, expresa su tranquilidad por el actual momento, en el que el poder político omite la importancia de ese proceso, porque rescata la transformación que ha provocado este proceso, una de cuyas manifestaciones es la emergencia del poder campesino e indígena.
“Cuando las pasiones recuperen el equilibrio, desde pueblos olvidados a ciudades florecientes, recordarán cómo fue que unos llamados habitantes lograron volverse ciudadanos. Cómo fue que aprendieron a ser protagonistas. Cómo desarrollaron la habilidad para priorizar y controlar la inversión de su futuro. Deberá explicarse cómo fue que los espacios de los medios de comunicación, extraordinariamente, se llenaron de voces y nombres nuevos. Alguien deberá contar porqué Bolivia fue escuchada con respeto cuando hablaba de su gente y de sus logros en América. Y por qué los ‘ignorantes’ recibieron confianzas y recursos”, señala Molina.
Por otro lado, el municipalista Iván Arias Durán, que también fue protagonista de la Participación Popular, recuerda en su página en Facebook la fuerza inclusiva con la que nación la Ley 1551, que permitía expresarse a las organizaciones sociales, según sus usos y costumbres. Así recuerda que aquellas debían obtener su personería jurídica, para lo que se requería un libro de actas.
Este es el relato de Iván Arias de lo que ocurrió en un municipio del llano boliviano:
“Los indígenas se miran e invitan al técnico de la LPP a adentrarse en la selva espesa. Luego de horas de caminata llegan a los pies de un enorme y gigantesco árbol – ‘Servirá esto para cumplir los requisitos, para que el gobierno nos reconozca y seamos parte de Bolivia’. Cumpliendo la orden del líder, varios comunarios empiezan a mover los arbustos que tapaban la base del inmenso tronco de más de seis de diámetro. Y poco a poco se podía ver inscritos cientos de dibujos y signos: ‘Aquí esta nuestra historia. En ese árbol está todo lo que hacemos y decidimos’. El técnico, en respeto a los usos y costumbres, dijo: «No tienen libro de actas, pero tienen el árbol de actas y sirve para cumplir los requisitos y darles su personalidad jurídica”.
En ese contexto, la artista e investigadora Jenny Cárdenas anota una frase que refleja a quienes fueron protagonistas: La utopía es posible. La participación popular fue parte del sueño de nuestra generacion de que abrió una enorme puerta de esperanza”. ///
Fuente: OXIGENO.BO