Es la primavera de 2012. En la segunda quincena del mes de octubre, una tierra colorada, con una inmensa sabiduría heredada de los jesuitas, se viste de gala para recibir a la más mimada y esperada flor de la región: la orquídea
Sí señores. Este año fue la XII versión del Festival de la Orquídea. Fue allá, a unos cuantos kilómetros de esta hermosa tierra camba: en Concepción, santuario de la orquídea boliviana.
En este singular evento se realizan infinidad de actividades, entre las que podemos citar: exposición de viviendas, restaurantes y jardines con orquídeas, la gran Feria Artesanal, Cursos Artesanales de Tallado en Madera, Feria de Reciclaje, Concurso de Tallado en Madera de la Orquídea, Caminatas Ecológicas a pueblos donde tienen a esta hermosa flor como la mejor presentación al visitante nacional o extranjero. Asimismo, muestran sus costumbres y forma de vida, conservando su herencia chiquitana, además de talleres acerca del manejo y cultivo de la orquídea, obras de teatro, conciertos y…lo más importante: Concurso Intercolegial de Pintura de la Orquídea.
Es en este lugar donde descubrimos una labor altruista que busca la sostenibilidad a través de la ayuda que tiene de las autoridades y del pueblo, pero que esperan la ayuda del Gobierno central a través de esta sencilla y humilde nota, que tiene la noble misión de informar acerca de este emprendimiento y reciba mucho más apoyo económico y logístico.
Al visitar este concurso, nos encontramos con la tierna experiencia de conocer a niños y jóvenes discapacitados que participan por primera vez de este concurso, pero lo hicieron con el más grande amor y dedicación que su corazón les permite dar. La participación de ese grupo de niños y jóvenes tiene por detrás a una gestora, quien con su utopía empezó a ayudarlos y luego de vivir su experiencia, decidió dedicarse alma, vida y corazón a ayudar a muchos niños y jóvenes que padecen esta dolencia.
Nos referimos a la Fundación de Ayuda Social en Concepción que se inició hace 25 años y a través de amigos en la cercana San Ignacio de Velasco, se contacta con dos instituciones que actualmente la apoyan.
Funciona en la Unidad Educativa Luisa Suárez, donde alberga alrededor de 150 niños, niñas y jóvenes con discapacidad y los apoyan hasta los 25 años. Este año sale la Primera Promoción y es ahí donde esta labor altruista busca hacerse sostenible y autosustentable, porque a partir de este momento entra en acción toda ayuda que se pueda conseguir para que estos ciudadanos no sean una carga ni para sus familias ni para la sociedad chiquitana.
Por esta razón, la promotora de esta labor busca apoyo para crear un Centro Artesanal, donde los mismos alumnos que eran antes, ahora sean los profesores y ganen su propio sustento, también dictar cursos de tallado en madera, bordado, tejido, pintura, tornería y computación.
De la misma manera, quiere fundar un Centro de Rehabilitación, hacer huertas familiares y así enseñar desde la niñez a conservar nuestro medio ambiente, que es la cuna donde se gesta el motivo de todo este sinfín de actividades.
De esta manera, creo que este Festival, fue uno de los más especiales que se ha vivido en Concepción; porque nos dio a conocer una silenciosa y amorosa labor donde no solo se ve la belleza de una flor, sino también la belleza del corazón.
Eso es cuanto puedo traducir y aportar a que se conozca y valore este silencioso trabajo.
Por Janethe Mallea *Guía de Turismo
Fuente: La Estrella del Oriente