Santa Cruz de la Sierra, en Extremadura,es un pueblo de sólo 274 habitantes. Allí nació el capitán español ñuflo de chaves, que el 26 de febrero de 1561 fundó nuestra ciudad. Ambos municipios, el boliviano y el español, están hermanados desde 1989 y han tendido lazos de amistad que se hacen más fuertes con el tiempo.
Santa Cruz de la Sierra, la española, es una pequeña villa de menos de 300 habitantes enclavada a un costado de la antigua autopista Madrid Lisboa. Sumergida bajo techos rojos y sostenidos por paredes macizas, de granito y piedra caliza, la otra cuna de la cruceñidad ha resistido a más de 2.000 años de historia, guerras de conquista y reconquista y ahora pelea contra la crisis económica, que tiene ‘en paro’ a uno de cada cinco de sus habitantes.
Esta cuna, bien podría ser una antípoda. Su tiempo de máximo esplendor es entre julio y principios de septiembre, en pleno verano europeo. En ese periodo, sus calles se vuelven a llenar de niños que juegan, los jóvenes regresan al pueblo y las terrazas de sus bares albergan fiestas y reencuentros por largas horas.
Cuando su hija americana, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, comienza a retoñar con septiembre, la española vuelve a acogerse al silencio, la quietud y la rutina de un pueblo de 274 habitantes. Y es que su hija, la fundada por Ñuflo de Chaves creció tanto, que hace que la madre parezca diminuta.
El presupuesto de nuestra ciudad es 574 veces mayor que la española (196.718.224 euros contra 343.000). Pero no hay que engañarse, la inversión per cápita de la española es 10 veces mayor a la boliviana (1.252 euros por habitante contra 123 en nuestra ciudad).
Aquí como allá, la añoranza es un patrimonio. Los habitantes de la Santa Cruz de la Sierra española también extrañan su pasado y tienen motivos para estar orgullosos. Los inicios de esta villa pueden rastrearse hasta la prehistoria, cuando por su sierra pasaron civilizaciones precélticas, vetonas y lusitanas, que dejaron construcciones y necrópolis alrededor del actual asentamiento.
El primer registro de nombre que se tiene es Sambris y se lo dieron los romanos, que ocuparon la zona extremeña entre los siglos III antes de Cristo y V de nuestra era. En el siglo III o IV después de Cristo es San Bricio, obispo de Lucitania, el que le da su denominación: Santa Cruz de Jerusalén, que luego devendría en Santa Cruz de la Sierra, debido a la colina que domina el paisaje.
En estas tierras se escribió buena parte de la historia de España. En Santa Cruz de la Sierra estuvo Viriato (hay quien dice que está sepultado allí) líder rebelde de los lusitanos que consiguió expulsar temporalmente a los romanos de toda la Península Ibérica, antes de ser traicionado (sus asesinos trataron de cobrar la recompensa y también murieron. Ahí se acuñó el dicho “Roma no paga a traidores”).
Una vez expulsados los romanos, los moros dominaron la región. Allí la sierra de Santa Cruz cobró una importancia vital. Desde el siglo VII, los musulmanes ocuparon la zona y sobre la iglesia de Santa Cruz construyeron una mezquita. En la sierra instalaron un castillo que fue vital en tiempos de guerra de reconquista. Según los historiadores, éste fue uno de los puntos en caer en el dominio árabe. La región extremeña fue reconquistada en 1232, pero el castillo cruceño tardó dos años más en caer.
El castillo revitalizó al pueblo. En el censo de 1591, Santa Cruz de la Sierra tenía 466 pecheros, 21 hidalgos y 7 clérigos. Era el tercer pueblo más poblado de la región trujillana, y tenía casi el doble de población que en nuestros días. Hacia el siglo XVII, su declive comenzó.
Pero Santa Cruz de la Sierra fue también el pueblo de los Chaves. El lugar de nacimiento del fundador de nuestra ciudad era una población que fue adquirida por su familia. La familia del capitán español que llegó a formar parte de la comitiva del adelantado Albar Núñez Cabeza de Vaca, gozaba de la simpatía de la realeza española. El hermano mayor de Ñuflo, Fray Diego de Chaves, fue un sacerdote dominico que llegó a ser confesor del rey Felipe II.
De este pasado sólo quedan ruinas. La casa de los Chaves ha perdido el techo, pero en sus paredes aún se pueden ver restos de frescos y decoración que alguna vez engalanaron la morada.
Esta casa pudo ser comprada por una comparsa cruceña. A finales de los 80, Los Artistas decidieron cruzar el charco para pasar un carnaval en la otra cuna de la cruceñidad. Llevaron la alegría americana al viejo mundo y hubo tanta camaradería que se plantearon comprar la casa donde nació Ñuflo para regalársela a la municipalidad. Hubo conversaciones adelantadas, pero al final el proyecto se truncó.
Eso sí, Los Artistas dejaron su huella. Regalaron un busto del capitán español a la ciudad. Como nunca nadie había retratado al conquistador, sortearon entre los miembros de la comparsa quién iba a servir de modelo de la escultura. El afortunado fue Eduardo Velasco, así lo recuerda Carlos Hugo Molina.
Pero todo esto no hubiera sido posible sin el trabajo de dos cruceños. Marcelo Terceros Banzer fue embajador de Bolivia en España y su agregado cultural fue Hernando Sanabria Fernández. Ellos visitaron varias veces la extremeña Santa Cruz de la Sierra y encontraron en Andrés Miguel Ducheld un aliado para acercar a madre e hija. Ducheld fue alcalde de Santa Cruz de la Sierra de Extremadura y, junto a Bernardo Saucedo, su colega camba, logró hermanar a ambas ciudades en 1989. Como testimonio de esta nueva relación, nació el parque Ñuflo de Chaves, un regalo de la creciente ciudad americana a la villa europea, que ayudó además a revalorizar la imagen del capitán español en su ciudad de nacimiento.
Ducheld convirtió en parte de su vida a nuestra ciudad. Instituyó una calle con el nombre de Brigadier General Francisco Javier Aguilera, en homenaje al criollo que fue el último defensor de la corona en tierras grigotanas.
Carlos Hugo Molina, director del Cepad y ex prefecto cruceño, ha visitado la otra cuna de la cruceñidad cinco veces en la última década y en cada una ha visto cambio (leer su crónica). Asegura que Ducheld ha transformado su casa en un museo de nuestra ciudad, con pequeñas réplicas de La Madre India, el Chiriguano y otros íconos locales. El ex alcalde nunca conocerá la ciudad fundada por Chaves, porque le teme a los aviones, pero es seguro que continuará escribiendo sobre ella en sus blogs y artículos.
Antes de que la crisis apretara con fuerza a Europa, la Santa Cruz de la Sierra española había dado muestras claras de recuperación. Se abrieron pequeños hoteles, centros médicos y diversos restaurantes. Uno de ellos, el más pintoresco, lleva por nombre el Mesón de Ñuflo de Chaves. Incluso se proyectaba un intercambio turístico con la Santa Cruz americana, pero ahora todo es más difícil por la recesión europea.
Pese a las grandes diferencias, la Santa Cruz de la Sierra extremeña también puede ser un espejo de la nuestra. Allí igualmente presumen de rancio abolengo y tienen a una santa como patrona del pueblo. Si acá la Mamita de Cotoca es la destinataria de nuestras oraciones, en la villa española los rezos se dirigen a Santa Rita. Cuando llega la fiesta de la santa, el 22 de mayo, todo el pueblo se vuelca a esa mezcla entre lo religioso y lo pagano que tan bien supo legar España a sus colonias.
Un cartel de 1947 muestra más similitudes. “Gran verbena en la plaza mayor, donde acudirá la flor y nata de la juventud con sus trajes típicos, eligiéndose entre las bellas y deslumbrantes señoritas concurrentes a Miss Santa Cruz de la Sierra, por un jurado competente. Durante la verbena y la elección de la Miss, se quemará una bonita y detonante coleccción de fuegos artificiales con un exagerado derroche de cohetes capaz de asustar al intrépido Viriato”.
La fiesta, como toda celebración de pueblo dura tres días e incluye la víspera, la celebración religiosa para terminar en una corrida de toros en la plaza mayor de la población. Ese parentesco ha sido redescubierto en la última década por Extremadura, que ha visto cómo la herencia de uno de sus hijos se mantiene viva en América, alejada de la leyenda negra de la conquista. Eso ha posibilitado que los lazos de cooperación de dicha comunidad autónoma española lleguen a los pueblos misionales, en forma de proyectos de desarrollo sustentable y promoción cultural. Así, las dos Santa Cruz, parecen estar un poco más cerca.
Presencia. La sierra de Santa Cruz, al fondo, fue estratégica en tiempos de romanos, moros y reconquista española
Opinion
El futuro es la razón de todo
Carlos Hugo Molina • Presidente del CEPAD
Es éste un lugar de peregrinación devota de los cruceños que llegamos a tierras extremeñas, y la pequeña serranía de fondo explica por sí sola, el porqué don Ñuflo repitió el nombre en la tierra chiquitana. Una calle lleva el nombre del general cruceño Francisco Javier Aguilera, un criollo realista que siguió peleando a favor de la Corona tres años después de constituida la República.
Hace unos años atrás, la comparsa Los Artistas incorporó como uno de sus miembros al alcalde Andrés Miguel Ducheld; en ese entonces, celebraron tres días de carnaval como Dios manda, e iniciaron la negociación para comprar la casa en ruinas de Ñuflo de Chaves para tenerla como santuario. Y donaron un busto del extremeño con el guiño histórico que uno de sus miembros, ofreció su rostro sirviendo de modelo.
Por aquí pasaron Marcelo Terceros, Hernando Sanabria, Rubén Darío Suárez Arana con sus músicos, y en el Ayuntamiento, junto al escudo de la ciudad, se encuentra el nuestro, como señal de afecto.
Los cruceños bolivianos hemos ayudado a los santacruceños extremeños a recuperar a Ñuflo de Chaves; la figura de este capitán fundador adquiere una dimensión especial por el millón y medio de habitantes de la ciudad fundada, frente a los 400 habitantes actuales de donde salió el fundante. Los santacruceños no logran comprender exactamente la razón por la cual les tenemos tanto apego y por qué reincidimos en sentirlos nuestros.
Otro sentimiento contrapuesto es la presencia de la Corona española en estas tierras indoamericanas. La leyenda negra se encarga de mostrar los acontecimientos que se produjeron; y sin embargo, en el oriente boliviano se ha construido un conjunto humano mestizo que une lo chiquitaño a lo extremeño, y ostenta orgulloso lo que hoy somos en medio de música barroca, misiones jesuíticas y una vestimenta que nos identifica. “Asumimos la responsabilidad de lo que podemos hacer ahora”, dijo Mané Rodríguez Tabares, presidente de la Agencia de Desarrollo de la Junta de Extremadura, cuando visitó la Santa Cruz de la llanura.
Hoy los extremeños practican la solidaridad y el compromiso con nuestras tierras, que las asumen fraternas, y los nombres de Antonio Fuentes, Juan Andrés Tobar, Miguel Ángel Morales, Juan María Vásquez, Nuria Morán, se suman a otros muchos que comparten todos los años como cooperantes, nuestros emprendimientos y ocurrencias, y se ofrecen de guías excepcionales aquí, a la hora de mostrar orgullosos lo que han logrado en España. Gracias a Ñuflo de Chaves hace 450 años, la historia nos ha dado el pretexto. Pero sin duda, el futuro es la razón de todo esto.
Paisaje. Las cruces dominan la ornamentación de la pequeña ciudad extremeña de 274 habitantes
En detalles
Localización
Está a unos 100 kilómetros de la frontera entre España y Portugal, por lo que la Santa Cruz de la Sierra europea también fue una población de frontera, en constante movimiento y conflicto.
Arqueológica
Como toda Europa, Santa Cruz de la Sierra está llena de vestigios de civilizaciones pasadas. Hay necrópolis prehistóricas, castillos árabes, edificaciones del tiempo de la reconquista y hasta restos de ocupaciones de los visigodos.
Religiosa
El mayor monumento de la pequeña ciudad es su iglesia, dedicada a la patrona Santa Rita. La edificación del templo data del siglo XII y la edificiación tiene resabios góticos. También existen las ruinas de un convento agustino que dominó la parte alta de la ciudad.
Arquitectura
Por lo sinuoso de sus calles y la forma de sus casas, la Santa Cruz extremeña tiene más parecido con Vallegrande y Sucre que con la ciudad de los anillos.
Fuente: El Deber